La palabra
resiliencia procede del verbo en latín resilire, que significa rebotar, volver
a entrar saltando, saltar hacia arriba, apartarse o desviarse, según la RAE, resiliencia es la capacidad humana de asumir con
flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas. La terapia familiar
define este concepto como “los procesos de superación y adaptación que tienen lugar en la
familia como unidad funcional. La perspectiva sistémica permite comprender de
qué manera los procesos familiares moderan el estrés y posibilitan a las
familias afrontar penurias prolongadas, y dejar atrás las situaciones de
crisis.” (Walsh,
2004, p. 40)
Existen diferentes
miradas y juicios sobre los procesos de adaptación al cambio y el concepto
de resiliencia que creo son interesantes tener en cuenta para
abordar este tema con una perspectiva más amplia. Para Foucault, la resiliencia
tiene una finalidad adaptativa, acomodaticia, en última instancia, es una
técnica al servicio del poder dominante. Nietzsche, en cambio, afirmaba que lo
que no mata, fortalece, el filósofo alemán pensaba que el sujeto no salía
indemne de cualquier tipo de avatar producido en su contexto.
Personalmente,
definiría resiliencia familiar como la capacidad que tienen TODAS las familias
para transformar una situación adversa en una oportunidad de cambio, evolución
y crecimiento. Son las fuerzas morfogenéticas, frente a las homeostáticas, las
que juegan un papel fundamental en las situaciones de adversidad, provocando un
movimiento de apertura de la familia hacia nuevas realidades, generando nuevos
recursos.
Lo que distingue a
las familias sanas no es la ausencia de problemas, sino la capacidad de
superarlos y resolverlos, son varios los caminos que conducen a la resiliencia,
en primer lugar la flexibilidad, como condición necesaria para
adaptarse a una nueva realidad y encontrar un nuevo orden familiar, reestructuración (reconfigurar reglas, roles,
creencias, etc.). La capacidad de establecer vínculos seguros y relaciones saludables representa
también un recurso primordial para la familia, y les abre una ventana de
posibilidades de posibilidades ante situaciones de conflicto; la herramienta
para establecer vínculos intrafamaliares (y extrafamiliares) sanos es una comunicación asertiva y afectiva,
la comunicación y las relaciones dentro de un sistema familia determina el
funcionamiento de la mismo. Que la familia adopte una actitud
positiva y proactiva frente
a una situación adversa es crucial para la superación de la misma, buscando los
recursos y las oportunidades, poniendo en funcionamiento las ideas, no
deteniéndose ni aislándose frente a los obstáculos, etc. La creatividad como la capacidad de encontrar
soluciones originales a las dificultades, de transformar el caos en orden, es
un recurso fundamental para las familias a la hora de enfrentar adversidades.
Asimismo, considero importante también la utilización del sentido del humor, es una herramienta muy eficaz para
resignificar los problemas, es importante que la familia pueda rescatar los
elementos "cómicos" que hay en las situaciones adversas, esto puede
representar el motor de cambio de una familia resiliente.
La resiliencia es
parte inherente a la naturaleza humana (y animal), a un instinto primario
como es el de supervivencia, una familia resiliente es aquella que
ante la adversidad da un paso hacia adelante, y muestra actitud inconformista y
desafiante ante una realidad hostil.
Interesante visión pragmática del problema, como oportunidad de un nuevo aprendizaje.
ResponderEliminarSiendo consciente de que este artículo está escrito desde una perspectiva de terapia familiar, me gustaría añadir una perspectiva también individual, que como el lector verá comparte mucho de la perspectiva familiar que aquí se aporta, y creo que la puede complementar a nivel terapéutico.
ResponderEliminarLa capacidad de resiliencia se basa en tres pilares fundamentales: el ambiente u entorno (desde niño), el mundo interno de la persona (capacidades internas que desarrolla) y el mundo externo (habilidades para relacionarse con el entorno).
Numerosos estudios recogen características, cualidades y capacidades que denotan una mayor resiliencia, entre las que destacan:
- Habilidades para tejer redes de apoyo y de establecer relaciones afectivas.
- La autovaloración.
- La autoafirmación.
- La conciencia de lo transcendente o espiritual.
- La capacidad ética de comprometerse con sus propios valores y los de la comunidad donde vive.
- La capacidad de darse cuenta de como se siente (necesidades y deseos): autoconocimiento, así como la capacidad de abrirse a esos sentimientos y transitarlos (reparación y cierre).
- El pensamiento crítico.
- El sentido del humor.
- Tener un referente o una figura modelo, ya sea un familiar, un súperheroe o un actor.
- La creatividad y la imaginación.
Referente a mi experiencia personal, a mi me han ayudado mucho las relaciones personales y afectivas: familia, amigos, pareja..., mi capacidad de placer y disfrute, y ayudar a los demás y dar. Lo que encuentro en común en todas ellas, es que me nutren.
Gracias Kongriofucsia por tu comentario, creo que complementa bien la información que recoge el artículo. Te animo a que hagas más aportaciones en otras entradas de blog. Saludos
ResponderEliminar