lunes, 25 de noviembre de 2013

TERAPIA FAMILIAR CON PAREJAS



La comunicación es uno de los pilares sobre la cual se sostiene una pareja, y  como tal, uno de los aspectos relacionales primordiales a trabajar en el espacio terapéutico. Es vital para las parejas que aprendan a comunicarse emociones, tanto positivas como negativas, y a hacerse peticiones fundamentando la comunicación asertiva en el respeto, la comprensión y la delicadeza.
Estrechamente ligada a la idea de comunicación es la de negociación en la pareja, fundamental para que una relación (del tipo que sea) consiga ser saludable la mayor parte del tiempo. La negociación es especialmente importante teniendo en consideración  los cambios socioeconómicos que han generado transformaciones en la constitución de las nuevas parejas. La incorporación de la mujer al mundo laboral, la necesidad de tener dos sueldos, ha llevado a las parejas a configurar otro tipo de relación diferente a la que tuvieron sus antepasados. Esto implica reorganizar la vida doméstica y negociar. En palabras de Janine Puget,  “Las parejas ya no tienen como antaño distribuidos los roles en función de la identidad de género, sino en función de las posibilidades de cada uno. Por ese motivo la vida en común comporta decisiones que no deben estabilizarse, sino que hay que renegociar o volver a pensar y volver a decidir. No porque yo haya hecho hoy algo, mañana voy a tener las mismas ganas de hacerlo”.
Otro aspecto relacional importante a trabajar en espacio terapéutico es la resolución de conflictos en la pareja. El conflicto es parte inherente a las relaciones, Virginia Satir decía: “El conflicto, mientras se maneje bien, sin agravios, ni violencia, el sufrimiento se reduce al mínimo y podemos, en ese toma y daca, crecer. Cada vez que tú y yo discutimos, cada vez que tenemos un conflicto, nos enojamos y el hilo de plata que nos une a ti y a mí se rompe, perdemos la conexión, el vínculo amoroso, y luego discutimos y ponemos sobre la mesa nuestras realidades, nuestras creencias y al comprendernos y comprender la causa del problema nos volvemos a unir y entonces a ese hilo de plata que nos une, le hacemos un pequeño nudito; pero cuando hacemos el nudito, el hilo se hace más corto y si volvemos a tener otra discusión y se rompiera el hilo y lo volvemos a juntar a través de un nudo, ese hilo se hace más corto y paradójicamente, tú y yo nos acercamos más”. Bajo esta premisa, es fundamental para la pareja no evitar el conflicto, “aquí no pasa nada, mientras yo esté callado no hay bronca, mientras no te contradiga todo está bien”, ni enfrentar el conflicto de la manera equivocada, a través de la agresión, la crítica, el desprecio o el silencio.
Otro aspecto a tener en cuenta en la terapia con parejas es la autoestima. Entendiendo autoestima por el amor o la confianza que uno tiene sobre sí mismo, y aludiendo al tópico de “es imposible amar y confiar en alguien si antes no nos amamos y confiamos en nosotros mismos”, la autoestima se convierte en un valor fundamental para el desarrollo saludable de la pareja. Hay una estrecha relación entre la baja autoestima y la dependencia emocional. Para el dependiente emocional su pareja ideal será una persona que tenga lo que a él le falta, seguridad, o al menos que la aparente. Cuando encuentra pareja, la endiosa rápidamente y la ve como la persona a la que siempre ha estado buscando y la que compartirá con él/ella el resto de su vida.
Por último, es fundamental, como patrón de interacción que puede activarse desde la terapia, que la  pareja aprenda a compartir experiencias positivas, experiencias que les ayuden a asociar el tiempo que pasan juntos a momentos agradables.

"Quiero que me oigas, sin juzgarme.
Quiero que opines, sin aconsejarme.
Quiero que confíes en mí, sin exigirme.
Quiero que me ayudes, sin intentar decidir por mí.
Quiero que me cuides, sin anularme.
Quiero que me mires, sin proyectar tus cosas en mí...
Quiero que me abraces, sin asfixiarme.
Quiero que me animes, sin empujarme.
Quiero que me sostengas, sin hacerte cargo de mí.
Quiero que me protejas, sin mentiras
Quiero que te acerques, sin invadirme...
Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten,
que las aceptes, y que no pretendas cambiarlas.
Quiero que sepas que hoy, por lo menos hoy, tú puedes contar conmigo...
 Sin condiciones."
(Jorge Bucay)



miércoles, 13 de noviembre de 2013

CRISIS Y CONFLICTO FAMILIAR

La familia como sistema vivo y dinámico, atraviesa una serie de fases más o menos normativas y propias de su ciclo vital, como son la emancipación, el matrimonio, el nacimiento de los hijos, etc., el momento de transición de una etapa a otra se considera crisis evolutiva. Asimismo, en un sistema familiar pueden darse situaciones accidentales (fallecimiento de un miembro de la familia, enfermedades, etc.) que tienen un carácter urgente, inesperado, generando situaciones de crisis circunstanciales. En ambas situaciones entra en juego la flexibilidad de la familia y su capacidad para adaptarse a la nueva realidad y encontrar un nuevo orden.


Cuando el sistema familiar no es capaz de adaptarse a estas situaciones de cambio, las crisis se convierten en conflictos, que pueden surgir entre dos o más elementos del sistema. Un ejemplo de conflicto familiar desencadenado por una desadaptación a una nueva etapa del ciclo vital, podría ser una dificultad de comunicación entre la pareja a la hora de consensuar unas normas de convivencia para su hijo adolescente.





martes, 12 de noviembre de 2013

ADOLESCENTES Y TERAPIA SISTÉMICA

La adolescencia de un hijo representa para el sistema familiar al que pertenece, un cambio de etapa en su ciclo vital, y una nueva circunstancia para la cual deberá modificar algunos de sus patrones de interacción (re-estructuración). La familia, deberá tener la flexibilidad necesaria para adaptarse a esta nueva realidad y mantener su continuidad como sistema, al mismo tiempo que permitir al hijo adolescente hacer un proceso de diferenciación adecuado y necesario para su ciclo vital individual. En este sentido, la morfogénesis juega un papel crucial para el sistema familiar.

La adolescencia es un periodo de tránsito entre la edad infantil y la adulta, el individuo experimenta una transformación tanto biológica, con cambios físicos, como psicológica, al iniciar un proceso de diferenciación y configuración de su identidad.

El adolescente, en su camino para construir su identidad, debe en primer lugar apropiarse de los deseos”, pasar de ser un niño cuyos deseos están influenciados por sus padres, a ser un semi-adulto que debe conectar con sus propios deseos y ser el protagonista de los mismos. Las expectativas de los padres pueden jugar en contra de que el adolescente aprenda a conectar con sus propios deseos, y por ende, a establecer su identidad.


Es en esta etapa vital cuando el individuo, en pro de conformar su identidad propia, empieza a reclamar su intimidad, tanto física como psíquica. Establece fronteras entre si mismo y su sistema familiar, y dado que en esta época es cuando emerge la sexualidad de manera más acentuada, la intimidad se plantea para el adolescente como un refugio ante sus padres.

La transgresión de las normas familiares supone otro de los movimientos fundamentales del adolescente para definir su identidad, necesita conocer cuáles son los límites y poder tocarlos, transgredirlos (proceso de tanteo de sus capacidades). El papel de los padres es trascendental a la hora de poner límites a sus hijos sin caer en la sobreprotección ni en el autoritarismo, y siempre bajo un clima de afecto y confianza.

Estos tres aspectos señalados suelen aparecer en la familias como una revolución, como algo inesperado. Los padres han de asumir cierto grado de conflictividad inherente al proceso que están experimentando sus hijos, tolerando una desorganización familiar temporal en vista de una nueva estabilidad. Esta situación suele afecta negativamente sobre todo a familias que “arrastran” dificultades y conflictos de etapas anteriores; aunque incluso en familias con una estructura estable, este momento suele coincidir con problemas de la pareja propios de estos periodos medios de la vida, como son la crisis de los cuarenta o la preocupación por los “abuelos”.

No existe una única receta que garantice el éxito de las familias ante una situación de adolescencia de un hijo, pero sin duda el respeto, un apego seguro, la comunicación, la resolución conjunta de problemas, y la flexibilidad, son recursos que la familia debe poseer para adaptarse a la nueva realidad.




domingo, 3 de noviembre de 2013

TERAPIA NARRATIVA CON NIÑOS

“si reescribo mi historia puedo redefinir mi identidad”
Desde una visión constructivista, la terapia narrativa plantea desconstruir la historia relatada, la historia dominante, y reescribir (co-construir) una nueva que traiga consigo nuevas posibilidades y suponga una redefinición de la identidad la persona.

Es interesante, de cara a entender los planteamientos del modelo de Terapia Narrativa, poder enmarcarlo dentro de un contexto postmodernista donde se postula  que el conocimiento está construido socialmente a través del lenguaje; esto implica que no podemos tener una representación directa del mundo sólo conocerlo a través de nuestra propia experiencia del mismo.

La columna vertebral del abordaje narrativo es: “la persona nunca es el problema, el problema es el problema”.

A través de las conversaciones externalizantes el terapeuta ayuda a la persona a que se reposicione frente a su problema, a que se disocie de él, y encuentre un espacio sano y valioso desde donde poder enfocarlo, analizarlo y donde poder tomar decisiones.  En este punto la persona puede mirar de lejos su propia historia, descomponerla, y generar un nuevo conocimiento que le permita co-construir una nueva historia personal y redefinir su identidad.

La Terapia Narrativa es muy funcional a la hora de intervenir con niños por los siguientes motivos:

  • El terapeuta trabaja ajustándose a las formas de expresión más propias de la infancia, inventar un cuento, dibujar, modelar plastilina, hacer un collage, y también, a través de la música. Estas formas de expresión son tan eficaces como el lenguaje verbal pero mucho más significativas para el niño.
  • La externalización de los problemas es fundamental para el desarrollo adecuado del niño ya que, al percibir el problema como algo separado de él, no ve afectada su propia identidad.
  • Utilizar el juego terapéutico es también una manera de motivar al niño, convertir la resolución de sus conflictos en una aventura lúdica ayudará a que siga adelante con el trabajo terapéutico
  • Desde la Terapia Narrativa se pone el acento en las habilidades y cualidades del niño, no sólo en sus aspectos negativos, , esto ayuda a que el niño desarrolle un autoconcepto más positivo y realista.
  • La Terapia Narrativa, además de fomentar en el niño un adecuado desarrollo emocional , también es un excelente medio para ayudarle en su desarrollo cognitivo, ya que al utilizar un lenguaje familiar, se atreverá a relatar su propia visión del mundo y llevar a cabo planes que le permitan solucionar sus conflictos por sus propios medios.

Además de las ventajas y beneficios descritos, la intervención terapéutica con niños implica una serie de dificultades que deben ser incluidas en la planificación de las sesiones para mejorar la eficacia de las mismas:

  • En primer lugar, no existe un contrato terapéutico entre el profesional y el niño, no hay un compromiso bilateral. Al no acudir a terapia por su propia elección, el niño no asume ningún tipo de responsabilidad de cambio.
  • Otra dificultad que puede aparecer, en comparación con la terapia con adultos, es la escasa autonomía de los niños para identificar síntomas, problemas y experiencias de estresantes.
  • Cuando el niño, como paciente identificado, acude a terapia lo hace generalmente por deseo de sus padres (a veces ni siquiera de los padres, sino por derivación), quienes esperan que el profesional “cure” a su hijo. Representa una dificultad terapéutica la resistencia que en muchas ocasiones muestran los padres a la hora aceptar la responsabilidad que tienen en la conducta sintomática de su hijo, y asimismo, es crucial poder llegar a integrarlos en el proceso terapéutico.
  • Al ser, por cuestiones lógicas, personas dependientes, los niños sólo asisten a terapia cuando sus padres deciden. El trabajo con familias pertenecientes a contextos socialmente desfavorecidos cuentan con este hándicap, a veces el modo de vida que llevan no favorece incluir la terapia dentro de sus rutinas.
  • A diferencia de la terapia con adultos, donde hay un porcentaje significativo de casos que mejoran desde la primera sesión por el simple hecho de estar frente a un “experto”, en el caso de los niños esta remisión de los síntomas por sugestión no se da.
  • En la psicoterapia infantil no se pueden consensuar los objetivos terapéuticos de la misma manera que se hace en la psicoterapia con adultos.
  • En la psicoterapia infantil, el profesional está obligado a tener no sólo una cualificación específica sino unas habilidades personales que le permitan realizar este tipo de intervenciones.
  • La ventaja de utilizar el juego como vehículo terapéutico representa también una dificultad desde el momento en que el profesional debe contar con unos recursos materiales específicos.

“Es difícil no darse cuenta del placer que sienten los niños ante la oportunidad de mostrar y contar a los demás sus conocimientos y sus destrezas. Y lo que tal vez sea más importante es el hecho de que, al compartir sus experiencias, los niños tienen la satisfacción altruista de aportar algo a los demás”(Freeman, Epston y Lobovits)







LA TEORIA DE LA COMPLEJIDAD Y LA TERAPIA SISTÉMICA

La Teoría de la complejidad representa un cuestionamiento a la hegemonía del modelo de pensamiento lineal, simplificador, en ámbitos como la educación, la ciencia,  la política o la economía, y se plantea introducir un tipo de pensamiento sistémico que enfrente los desafíos y problemas de tipo complejo específicos del periodo actual.  La piedra angular de la teoría de la complejidad es la idea de comprender la realidad en lugar de explicar la realidad. 

Una de las claves de este paradigma es la diferencia que plantea entre una  tarea complicada y una compleja. Entendiendo cómo tarea complicada realizar el cubo de Rubik, por ejemplo, dónde se pueden resumir todos los procedimientos que corresponden a dicha tarea en una ecuación matemática e incluso programar una aplicación informática para que lo haga uno mismo. Cómo contraposición, una tarea compleja sería por ejemplo hacer terapia con una familia con dificultades; no existe ninguna ecuación matemática ni ningún manual por extenso y acertado que sea, que asegure sin ningún margen de error cómo se debe realizar la terapia con esta familia, porque siempre existirán imprevistos e incertidumbres imposibles de prever y anticipar.

Para finalizar, un experimento que se llevó a cabo en Estados Unidos con niños de 7 años de escuelas públicas conjuntamente con alumnos de las mejores universidades del país. Se les plantea un acertijo (tarea compleja ya que cada frase tiene sentido en relación con las otras):

“Es más que Dios pero menos que el Diablo, los pobres lo tienen, los ricos lo necesitan y si lo comes te mueres”

El 70% de los alumnos de 7 años lograron llegar a la respuesta en menos de 15 minutos, siendo tan solo el 17% el porcentaje de alumnos universitarios que consiguieron este mismo resultado. Esto nos lleva a reflexionar sobre la diferente manera en que enfrentan los problemas complejos los niños y los adultos, y cómo el microsistema, mesosistema y el macrosistema, determinan (¿negativamente?)  nuestros mecanismos de pensamiento.