La comunicación es
uno de los pilares sobre la cual se sostiene una pareja, y como tal, uno
de los aspectos relacionales primordiales a trabajar en el espacio terapéutico.
Es vital para las parejas que aprendan a comunicarse emociones, tanto positivas
como negativas, y a hacerse peticiones fundamentando la comunicación asertiva
en el respeto, la comprensión y la delicadeza.
Estrechamente
ligada a la idea de comunicación es la de negociación
en la pareja, fundamental para que una relación (del tipo que sea) consiga ser
saludable la mayor parte del tiempo. La negociación es especialmente importante
teniendo en consideración los cambios socioeconómicos que han generado
transformaciones en la constitución de las nuevas parejas. La incorporación de
la mujer al mundo laboral, la necesidad de tener dos sueldos, ha llevado a las
parejas a configurar otro tipo de relación diferente a la que tuvieron sus
antepasados. Esto implica reorganizar la vida doméstica y negociar. En palabras
de Janine Puget, “Las parejas ya no
tienen como antaño distribuidos los roles en función de la identidad de género,
sino en función de las posibilidades de cada uno. Por ese motivo la vida en
común comporta decisiones que no deben estabilizarse, sino que hay que
renegociar o volver a pensar y volver a decidir. No porque yo haya hecho hoy
algo, mañana voy a tener las mismas ganas de hacerlo”.
Otro aspecto
relacional importante a trabajar en espacio terapéutico es la resolución
de conflictos en la pareja. El conflicto es parte inherente a las
relaciones, Virginia Satir decía: “El
conflicto, mientras se maneje bien, sin agravios, ni violencia, el sufrimiento
se reduce al mínimo y podemos, en ese toma y daca, crecer. Cada vez que tú y yo
discutimos, cada vez que tenemos un conflicto, nos enojamos y el hilo de plata
que nos une a ti y a mí se rompe, perdemos la conexión, el vínculo amoroso, y
luego discutimos y ponemos sobre la mesa nuestras realidades, nuestras
creencias y al comprendernos y comprender la causa del problema nos volvemos a
unir y entonces a ese hilo de plata que nos une, le hacemos un pequeño nudito;
pero cuando hacemos el nudito, el hilo se hace más corto y si volvemos a tener
otra discusión y se rompiera el hilo y lo volvemos a juntar a través de un
nudo, ese hilo se hace más corto y paradójicamente, tú y yo nos acercamos más”.
Bajo esta premisa, es fundamental para la pareja no evitar el conflicto, “aquí no pasa nada, mientras yo esté callado no
hay bronca, mientras no te contradiga todo está bien”, ni enfrentar el conflicto de la manera
equivocada, a través de la agresión, la crítica, el desprecio o el
silencio.
Otro aspecto a
tener en cuenta en la terapia con parejas es la autoestima. Entendiendo autoestima por el amor o la confianza que
uno tiene sobre sí mismo, y aludiendo al tópico de “es imposible amar y confiar
en alguien si antes no nos amamos y confiamos en nosotros mismos”, la
autoestima se convierte en un valor fundamental para el desarrollo saludable de
la pareja. Hay una estrecha relación entre la baja autoestima y la dependencia emocional. Para el
dependiente emocional su pareja ideal será una persona que tenga lo que a
él le falta, seguridad, o al menos que la aparente. Cuando encuentra pareja, la
endiosa rápidamente y la ve como la persona a la que siempre ha estado buscando
y la que compartirá con él/ella el resto de su vida.
Por último,
es fundamental, como patrón de interacción que puede activarse desde la
terapia, que la pareja aprenda a compartir experiencias positivas,
experiencias que les ayuden a asociar el tiempo que pasan juntos a momentos
agradables.
"Quiero
que me oigas, sin juzgarme.
Quiero
que opines, sin aconsejarme.
Quiero
que confíes en mí, sin exigirme.
Quiero
que me ayudes, sin intentar decidir por mí.
Quiero
que me cuides, sin anularme.
Quiero
que me mires, sin proyectar tus cosas en mí...
Quiero
que me abraces, sin asfixiarme.
Quiero
que me animes, sin empujarme.
Quiero
que me sostengas, sin hacerte cargo de mí.
Quiero
que me protejas, sin mentiras
Quiero
que te acerques, sin invadirme...
Quiero
que conozcas las cosas mías que más te disgusten,
que
las aceptes, y que no pretendas cambiarlas.
Quiero
que sepas que hoy, por lo menos hoy, tú puedes contar conmigo...
Sin
condiciones."
(Jorge
Bucay)
Hola Higi:
ResponderEliminarcomparto tu artículo; la comunicación de emociones me parece muy importante, sobre todo teniendo en cuenta que vivimos en una sociedad que fomenta la contrario; muchas veces no comunicamos las negativas por miedo al rechazo, lo que está muy relacionado con la educación que hemos recibido (incluyo la educación institucional y la familiar). Las positivas muchas veces las pasamos por alto, otro tema a mi entender educacional; creo que desgraciadamente nos han enseñado a poner más el ojo en aquello de lo que carecemos que en aquello que tenemos, en aquello que nos hace sentir mal y no en aquello que nos hace sentir bien. Estrechamente relacionado está el tema de las peticiones, pues a veces asociada a la expresión de una emoción viene una petición: "me siento triste hoy"; cuando me siento triste me ayuda que estés más cercano conmigo, ¿puedes?; ¿y si responde que no quiere? "no valgo la pena para él, no quiere hacer esto por mí, si me quisiese lo haría... y un sin fin de introyectos con los que martirizarnos a nosotros mismos que además nos llevan a dos lugares: a nuestra autoestima y a nuestras expectativas.
Las expectativas me parecen claves en el tema de las parejas, quizás es el punto que me falta en este artículo, no sé si en la terapia familiar se le da tanta importancia.
La semana pasada escuché a un terapeuta definir la relación de pareja como "un profundo desencuentro" en el que hay que negociar, (como tu muy claro expones en este artículo); el profundo desencuentro es el que ocurre cuando la realidad te va mostrando a la persona que tienes delante, y no a la persona que has imaginado en tu cabeza, no al príncipe que baja de su caballo verde-blanco tal como Guido en “La vida es bella”, no al hombre que has creado en tu cabeza por imitación o por rebeldía con tu padre o con lo que has visto a tu alrededor… un profundo desencuentro cuando descubres que no cubre tus expectativas, cuando el ideal, que por cierto no existe, se rompe.
Esta negociación nos coge en pañales porque la realidad es que hasta hace nada las relaciones de pareja eran impuestas, no eran una elección libre; se basaban en intereses y clases sociales que ahora nos parecen obsoletas pero que no distan tanto de los tiempos actuales. Después hemos empezado a “elegir”, y esta elección estaba marcada como bien dices por diferencias de roles según la identidad de género; creo que muchas veces la libertad no ha sido real, pues en esta relación se establecía en la mayor parte de los casos una dependencia económica de la mujer hacia el hombre.
Ahora corren tiempos de comenzar a elegir y a negociar libremente, teniendo en cuenta que el modelo de pareja también está en constante cambio y que existen cada vez más modelos de pareja diferentes.
Me ha encantado la metáfora del nudo de Virginia Satir, como cada nuevo nudo nos acerca más, y ello no es posible si no enfrentamos nuestros miedos, si no nos comunicamos, si no tratamos de encontrar un lugar común en ese profundo desencuentro.
Gracias por tu artículo.
Una última cosa donde me gustaría poner la atención:
ResponderEliminarcreo que sería importante empezar por sacar las etiquetas de "negativas" y "positivas" a las emociones, quizás esto ayudaría a que las "negativas" no tengan esa connotación de "malas" y por tanto, "que sea mejor ocultar", y esto nos facilite el aceptarlas, mostrarlas y comunicarlas.
Las emociones son emociones. Si nos paramos a pensar descubriremos hasta donde nos influye el que etiquetemos de negativo o positiva cada emoción. Otros temas educacionales, el dualismo y el "etiquetalismo".
¡Quizás nos vendría bien adoptar otro paradigma!