Las familias reconstituidas se definen
como “aquellas estructuras familiares en las que uno o ambos miembros de la
pareja, han tenido al menos un hijo de una relación previa” (Gorell-Barnes,
Thompson y Burchart, 1997). Podemos diferenciar 4 tipos de familias
reconstituidas:
- F. Reconstituida con madrastas: Padre con hijos que se une a otra mujer.
- F. Reconstituida con padrastro: Es el más frecuente, madre con hijos que se une a otro hombre.
- F. Reconstituida con madrastas y padrastro: Cada miembro de la pareja trae sus propios hijos a la nueva unidad familiar.
- F. Reconstituida con hijos comunes: Este tipo puede ser combinado con cualquiera de los 3 tipos anteriores de familia.
Cuando
dos adultos deciden construir una nueva familia e incorporan, uno o ambos, hijo/s
de una relación anterior, comienza un complejo proceso de ensamblaje donde las piezas
pueden no encajar desde un primer momento. Por encima de todas
las variables que definen las dificultades que han de enfrentar, y de los retos
que se les presentan, está la flexibilidad de los adultos como actitud
necesaria para adaptarse a la nueva realidad, y para favorecer a los hijos una
integración y una adaptación a la nueva familia lo más armoniosa posible.
Las familias reconstituidas tienen su
origen, o más bien su pasado, en una separación/divorcio, una defunción o un
abandono, lo cual exige tanto a adultos como a hijos la elaboración de un duelo
sea cual sea la naturaleza de la pérdida. A nivel terapéutico, es importante poner
la mirada sobre este aspecto, por una lado por la posibilidad de que uno o
ambos miembros de la pareja se hayan embarcado
en la nueva relación sin haber superado antes la pérdida del anterior
matrimonio, y por otro lado, por la dificultad añadida que se les plantea a los
hijos cuando la construcción de la nueva
familia se inicia sin tener en cuenta el momento del duelo en que se
encuentran.
Uno de los retos a los que se enfrenta
esta modalidad familiar, concretamente los adultos, es construir un vinculo
conyugal sólido. El hecho de que haya hijos desde el inicio de la relación
puede interferir en la creación del vínculo marital, bien porque los hijos son
pequeños y requieren una dedicación a tiempo completo (lo contrario puede
generar sentimientos de culpa), o porque los hijos son adolescentes y plantean
conflictos de lealtad respecto a sus padres no residentes.
Otro de los desafíos que han de asumir
las familias reconstituidas, es definir cómo quedan organizados los roles del
padre/madre biológica y del padrastro/madrastra en la crianza de los hijos. Es
importante que el padre/madre biológico sea el referente principal de su/s
hijo/s durante las primeras etapas de la nueva familia, y que paulatinamente el
padrastro/madrastra vaya estableciendo vínculos solidos con los hijos de su
cónyuge.
Unificar las reglas familiares, cuando
cada miembro de la pareja lleva en su
mochila no solamente creencias y mitos de su familia de origen, sino
también de su anterior matrimonio, supone en ocasiones una de las tareas más arduas
para este tipo de familias. Así lo es también establecer dichas reglas
familiares respetando las diferencias individuales (edad, sexo, características
personales…)
Armonizar toda la red vincular familiar,
teniendo en cuenta que pueden existir dificultades del pasado que pueden
desencadenar conflictos de lealtades y/o triangulaciones con los padres no
residentes, con los abuelos naturales, tíos, etc. es quizás el reto más
complejo que deben enfrentar los miembros adultos de la familia reconstituida.
Es un hecho que la economía familiar
puede ser más frágil en este tipo de organización familiar, factores como la
manutención, pensiones por viudedad, subsidios del ex cónyuge, etc. suelen ser
tema de conflictos en este tipo de familias.
Es importante que la nueva familia
reconstituida vaya asumiendo gradualmente una identidad propia, construyéndola
en base al desarrollo de rituales familiares (por ejemplo celebraciones de
eventos importantes), y de actividades o situaciones especiales que se
conviertan en parte de ellos (por ejemplo viajes de vacaciones) de modo que
sean compartidas entre los miembros de la familia y los diferencie de otras.
Las
familias reconstituidas presentan también una serie de peculiaridades que les
colocan en una posición, digamos ventajosa, respecto al resto de modalidades familiares.
Creo que desde una perspectiva terapéutica es fundamental explorar y detenernos en aquellos aspectos que pueden
llegar a connotarse positivamente y a destacarse incluso, como lados fuertes de la familia. Sólo
activando sus capacidades (Guy Ausloos), la familia podrá realizar un proceso
terapéutico trascendente.
El subsistema conyugal tiene una
experiencia marital anterior que puede representar, si se ha hecho un buen
proceso de duelo, una fortaleza a la hora de enfrentar nuevas dificultades o
conflictos conyugales.
Una familia reconstituida forma un entramado amplio y complejo de
intercambio y experimentación de relaciones interpersonales, donde todos los
miembros del sistema tienen la oportunidad de desarrollar nuevas formas de
vincularse, particularmente los hijos, quienes pueden encontrar en su nueva
familia, un lugar de socialización y aprendizaje idóneo para ellos. Asimismo, esta
complejidad relacional inherente a este tipo de sistemas, ayuda a que la
configuración de los roles familiares sea menos rígida que en modelos
familiares más tradicionales.
Otra característica que destacaría de este
tipo de sistemas, es que ofrece a sus miembros la posibilidad de tener mayor
número de referentes familiares. En una familia reconstituida donde ambos
cónyuges han tenido un divorcio previo a la constitución de la familia, los
hijos de ambos pueden llegar a tener como referentes a sus dos padres
biológicos (aunque estén divorciados), a su hermano/s de sangre, al
padrastro/madrastra, y al hermanastro/s.
El rol del terapeuta con este tipo de
familias es fundamentalmente de guía, su tarea no consiste tanto en cuestionar
sino en dar apoyo. Desde mi punto de vista, la intervención terapéutica se
desarrolla sobre tres ejes principales:
- Resolver los sentimientos sobre las transiciones de la familia anterior.
- La necesidad de crear un vinculo conyugal sólido.
- Desarrollar un sistema de reglas claro que facilite el buen funcionamiento de la familia.
Antes de que inicien la convivencia, se puede trabajar con los miembros de la futura familia reconstituida, a nivel de concienciación e información sobre las características y circunstancias que rodean este tipo de familias, ayudándoles a clarificar y normalizar su situación. También se les puede ayudar a concretar expectativas realistas y ofrecerles recursos y alternativas para enfrentar situaciones futuras.
Otro de los objetivos terapéuticos principales es educar a los adultos acerca de los aspectos de desarrollo y
secuencias por las que lo hijos están pasando, de manera que no se etiqueten
como problemas derivados de ser una familia reconstituida, sino situaciones
naturales que se enfrentan por pasar de una etapa a otra en la vida de los
individuos.
El espacio terapéutico debe ser un lugar donde los sentimientos de todos los miembros de la familia estén legitimados, un lugar donde se ofrezca a la familia una visión más amplia de su situación, y se les facilite recursos y alternativas para enfrentar las dificultades. El trabajo en terapia debe estar fundamentado en la libertad de sentir, pensar y decir, a través de una comunicación terapéutica y familiar asertiva…
Casarse de nuevo representa un triunfo de la esperanza
sobre la experiencia.
Samuel Johnson
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