El aspecto más determinante a la hora de afrontar una situación de cambio de etapa en el ciclo vital familiar, es la capacidad de adaptación a
las nuevas circunstancias a partir de la re-configuración de las reglas de funcionamiento: roles, expectativas, dinámicas relacionales, etc. Es importante que el
sistema familiar sea flexible y no se estanque en reglas de funcionamiento inmóviles que puedan llegar a prolongar e incluso cronificar la situación de conflicto.
Sobreponerse a una situación de crisis implica haberse enriquecido con nuevos recursos y herramientas que ayudarán a enfrentar futuras situaciones de cambio.
Es fundamental tener en cuenta que la familia es un sistema en constante transformación que debe ser capaz de adaptarse a las exigencias del desarrollo
de cada uno de sus miembros, así como a las exigencias del entorno. En la funcionalidad de la familia tiene un papel primordial el equilibrio entre las dos fuerzas que
prevalecen en todo sistema, la homeostasis y la morfogénesis.
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